Por Víctor M. Hernández Luna
De medio ambiente
Así ha estado la COP13, donde se dieron cita representantes de muchos países del mundo, dicen que 110, y quienes se han sumado, también dicen, a las acciones en favor de reducir la emisiones de gases cuyo efecto contribuyen al calentamiento global.
El evento hecho en Cancún deja mucho que desear, primero por ser la sede un hotel, el Moon Palace, donde se argumentó en su momento la depredación de una importante zona de manglar, segundo por tratarse de una reunión internacional por la conservación de la biodiversidad en un Estado en el que la depredación es cosa de todos los días, tercero por ser sin duda alguna la principal plataforma para anunciar el interés del gobierno mexicano por crear la Gran Reserva del Caribe Mexicano. (Ver reportaje relacionado: http://www.proceso.com.mx/258727/cancun-farol-de-la-calle).
Esta reserva incluiría a todas las áreas naturales protegidas desde la Península de Yucatán hasta la zona del Caribe Mexicano, incluidas las de Cozumel, y del que intereses ocultos pudieran existir o existen todavía sin salir de los ambiciosos intereses de sus creadores o titiriteros.
Y es que la idea no es mala, son las intenciones ocultas las que dejan dudas, pues la presentación de esta propuesta no contiene todo lo debido, a decir de un plan de manejo, reglamentación y sanciones y lo posible e intolerable a querer llevar a cabo en estas áreas.
En su reciente visita a la isla, el director ejecutivo de Greenpeace México, Ampugnani, expresaba el interés de la organización ambientalista por seguir el proceso de reglamentación de la gran reserva, esto con el objetivo de evitar lo que en fechas recientes, octubre de este año, ocurrió con el político Emilio Gamboa Patrón al descender en Arrecife Alacranes en un helicóptero.
El caso de un plan de manejo es de seguimiento y será después de la COP13 cuando se pueda realmente decir concretado, aunque a decir verdad, tendrá todavía muchos vicios ocultos, cuya aparición se darán poco a poco a medida del interés de construir donde no se podría y de las nuevas ocurrencias de muchos políticos mexicanos.
Pero el tema no termina aquí, sigue en Cozumel, la maravillosa y poco cuidada isla de las golondrinas, donde apenas en marzo del 2015 se daba un golpe al medio ambiente al que nadie supo y nadie sabe aún. Se trató del robo de más de 500 metros cúbicos de arena donde la vista gorda de autoridades municipales, tanto ambientales, administrativas y policiacas, fueron cómplices evidentes de esta devastación sin respuesta.
Siguieron luego los casos de sascaberas clandestinas, vertederos de desechos detectados, las continuas zonas de basura en donde gente irresponsable sigue arrojando sus desechos, demostrando en la clandestinidad y el anonimato la forma segura de cómo viven en sus casas.
Hubo también una denuncia por captura de aves. Una supuesta investigadora realizando un estudio de aves y capturando, matando algunas no previstas en su lista ni proyecto de estudio, y protegidas por normas oficiales, y del que aparte del decomiso de los organismo, nada más ha sido hablado.
Sin embargo, tras demostrar la devastación con este supuesta obra, denunciada en redes sociales y públicamente por grupos como el Cozumel Birding Club, CITYMAR y Recursos Naturales Isla Cozumel A.C., y con la presión de la comunidad, el Ayuntamiento tuvo que suspender los trabajos.
El 2 de diciembre tocó a la PROFEPA hacer lo propio con la clausura de la obra, todo bajo el amparo de la noche.
Tres cosas, quizá más, pueden sobresalir de ambas acciones: la primera que fueron tardías, por no haber revisado bien el riesgo de impacto ni seguimiento constante de las labores; segunda, son de carácter temporal, o sea que en cualquier momento pueden retomarse y seguir con lo mismo, y tercero, todo parece indicar, por la coincidencia de las fechas, previa y durante, a la presencia de los ojos del mundo ambientalista en Quintana Roo.
¿Qué le espera a los recursos naturales de Cozumel y del Estado, después de la COP13? Pues a partir de la próxima semana lo sabremos, pues la reunión termina el 17 de diciembre, y con las fiestas de navidad y fin de año, podrían retomar estos trabajos.
Y nadie, ninguna autoridad dará marcha atrás a este proyecto de 90 millones de pesos, con beneficio “para el sector turismo”, o de los propietarios del hotel y todo el negociazo a llevar a cabo en esta zona.
Total, mientras haya ambición y se enarbole la bandera del “desarrollo sustentable”, a veces aun no lo sea, todo sigue su curso.
Y si no continúan la obra antes de finalizar el año, no se dude sea el 2017. Pero eso sí, debemos tener memoria de los delitos ambientales impunes, porque debe haber responsables y deben pagar.
Hasta aquí me expresso. Nos leemos en la próxima.
Twitter: @Vmhernandezluna
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Correo: victorluna78@gmail.com
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