Animales silvestres en peligro de extinción




Capturados para mascotas y ya “sin encanto”, abandonados a su suerte


Por Víctor Manuel Hernández Luna

Cozumel mantiene una gran diversidad de fauna silvestre. Una buena parte de esta, ambicionadas por habitantes de la propia isla e incluso de otros puntos del Estado y el País, son atrapadas para su cautiverio, generando con ello un mercado de captura y venta clandestina de estos animales, para ser encerrados en jaulas o en un intento de acercamiento a los humanos hacia su domesticación.

Es en esta actividad ilegal, al tratarse de fauna protegida por leyes ambientales, que se crea una problemática al terminarse “el encanto” o tras declararse fallido el experimento de ser amaestrados, quedando abandonados en las calles de la ciudad a su suerte, o en el peor de los casos muertos dentro de las jaulas donde fueron confinados.

Rafael Chacón Díaz, biólogo Subdirector de Ecología en el municipio, explicó a FusiónQ, de esta situación, que a su consideración, ha sido tomada a la ligera por descartar cualquier impacto de estas especies, obligadas a ser mascotas, a permanecer “muertas en vida” dentro de jaulas o atadas, por intereses de quienes buscan un beneficio económico, o la satisfacción de un supuesto estatus.

El negocio prevalece mientras existe una demanda de las especies, como el caso de los loros, cardenales, canarios, entre otras aves canoras, y de coatíes, mapaches y pizotes en la rama de los mamíferos, así como reptiles como iguanas y boas, capturados en la selva mediante un sistema de jaulas, y directamente en las zonas donde son avistados desde muy pequeños.

Al ser puestos en cautiverio, inmediatamente se les genera una dependencia y cambio de hábitos en su alimentación mediante la entrega de productos sintéticos, comida denominada chatarra que llega a modificar su sistema digestivo y la dependencia de algunos productos, no incluidos en su dieta habitual dentro de la vida silvestre.

Cuando llegan a ser libres, ya sea por escape o abandono, se hallan a merced de peligros propios de la ciudad, toda vez que la costumbre adoptada en cautiverio les impide integrarse nuevamente a la vida silvestre, enfrentándose a dificultades como el conseguir

su alimento, a morir atropellados, o cazados, y en otros casos a morir de hambre cuando retornan a su hábitat natural.

En ocasiones, cuando son liberados dentro de la mancha urbana, son reportados por la misma ciudadanía para ser rescatados por la subdirección de ecología, donde se les trata de devolver sus hábitos para reintegrarse a la vida silvestre de donde fueron extraídos.

Otro problema generado por la captura de organismos en su estado silvestre, es la introducción de los mismos al ecosistema isleño, generando con ello el riesgo de promover desde la expansión de un nuevo depredador, o hasta la propagación de enfermedades ajenas al hábitat de especies endémicas.

Es en este punto donde se han ubicado a especies de boas y otras serpientes de las que se estima han coadyuvado en la disminución de la población de roedores, como el ratón cosechero de Cozumel, especie endémica que se ha visto muy poco ya en la selva; y la sospecha de la depredación de aves como el cuitlacoche cozumeleño que se cree ya extinto por la falta de avistamiento.

Tan sólo durante los primeros días de diciembre del 2015, como referencia, se lograron entregar a la PROFEPA dos monos araña, una hembra de aproximadamente nueve años, y una cría de no más de seis meses, ambos en condiciones distintas pero abandonados a su suerte dentro de la ciudad.

Los dos monos habían sido reportados por la ciudadanía, y fueron rescatados para su resguardo en el parque de interpretación ambiental donde fueron atendidos, ya que presentaban algunas señas de maltrato.

El número de reportes varía y es complicado definir la cantidad de animales separados de su entorno, aunque se han estimado hasta en cuatro llamados semanales por la presencia de estos organismos.

También se han ubicado ocelotes, serpientes venenosas, algunos reptiles como iguanas, utilizadas en el área turística y que, aun cuando existen algunas unidades de manejo ambiental para críar y vender estas especies, con los debidos permisos ambientales, muchos de estos son capturados en su entorno para ser explotados.

La ausencia de instancias federales como la PROFEPA, cuya injerencia en estos casos es directa por tratarse de especies protegidas por leyes federales, coadyuva en la continuidad del tráfico de estos organismos, al tiempo que la falta de filtros más estrictos en la entrada a la isla, permite el paso libre.

Y aun cuando en materia de vida marina, no se ha detectado la captura de peces un otras especies, más que la depredación de las que están veda permanente como el caracol rosado, la langosta por temporada, para consumo humano y la estrella de mar para adornos, es cierto que se han liberado especies que al carecer de depredador, mantienen el riesgo de dañar los arrecifes coralinos.

Casos como la introducción de boas en la selva, son repetidos en el mar con la liberación de pez león, cuya invasión causa estragos en el Estado y que en Cozumel, como en otros puntos de la geografía estatal donde se ha visto, está siendo controlado.

Héctor González Cortés, biólogo Director de Conservación y Educación Ambiental de la Fundación de Parques Y Museos de Cozumel, Quintana Roo, explica que la falta de educación ambiental es una de las causas para seguir teniendo estas situaciones que van en contra de la vida silvestre.

“Hemos estados trabajando desde hace varios años en generar una conciencia de conservación de la vida natural en la isla, y varias generaciones han comprendido la importancia de proteger la fauna endémica y el ecosistema de Cozumel”, comentó.

Sin embargo, la constante migración de personas a la isla, provenientes de otras culturas, y dentro de la misma población local, que por costumbre sigue capturando animales locales o introduciendo otros, obligan a generar mayores esfuerzos para extender la educación ambiental.

Es una problemática integral que requiere de la colaboración de todos los sectores, de la aplicación correcta y directa de leyes, y de un cambio de actitud y mentalidad en torno a las especies silvestres, cuya vida está en riesgo mientras sigan siendo capturados y comercializados.

La solución será vista a la medida de la toma de conciencia entre la población y el propio turismo, para ver a los animales de la selva, del bosque y de los desiertos, como organismos propios de estos sitios y no como mascotas o de ornamentación, que por su canto, o por ser exóticos, hermosos en su etapa de crecimiento o por el simple acto de tenerlos, sean los elementos necesarios para alcanzar un estatus.

Publicado en FusiónQ, enero de 2016.

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